…a nosotros ni nos avisaron. Un día llegamos a la ruta y
nos mandaron llamar. Había mucho movimiento, gente desconocida andaba pa rriba
y pa bajo en las unidades. Nos dijeron que acababan de instalar barras
eléctricas en las puertas de la entrada y salida del camión, con el fin de
llevar un mejor control del pasaje. Cualquier persona mayor a un metro con
veinte centímetros iba a quedar registrada, y que a la hora de finalizar el
turno, el número que se había quedado en las barras tenía que coincidir con el
de los boletos, de lo contrario se nos cobraría lo que faltara…
…Si me acuerdo. Pusieron unas barras en las puertas que
según esto para tener más checaditos a los choferes de que no se robaran lana.
Eso fue y sigue siendo muy incómodo para los que nos subimos al camión. A
fuerza tienes que bajarte por atrás para evitar doble marcación, y si va lleno
es imposible abrirte paso por entre toda la gente. Con esas cosas ya no dejaban
subirse al Bonaizer de ha gratis…
…No era por ser mala onda ni nada, pero ya con las barras
le pensaba para subirlo. Al principio me valió madre y le daba chance, pero se pusieron
tan mamones y tan estrictos halla en la ruta con eso de las marcaciones, que
nos hacían pagar los faltantes o nos suspendían varios días. Me daba pena
aceptarle la lana, no podía subirlo y dejar que pagará el pasaje con tal de
vender sus bonice ahí en el camión. Así que lo que hice fue mejor ignorarlo,
voltear hacia otro lado cuando me hacía la parada…
...Ese fue el primer problema que tuvo. Ya con las barras
no lo dejaban subirse a los camiones y tuvo que regresar a vender en la calle.
Las ventas bajaron y eso empezó a notársele en su estado de ánimo. A diario
llegaba triste, deshecho y resignado, y aunque solito se animaba, yo lo
consolaba diciéndole que así había sido al principio, que ya se le ocurriría
algo. Fue un duro golpe que soportó y del cual supo reponerse, pero que ya
anunciaba algo que era inevitable…
…Se llevaba la mitad de lo que antes pedía, a veces ni
eso. Seguía ganando el bono de mayor venta pero ahora la competencia estaba
reñida. Una vez se lo ganaron, y ya te imaginarás la burla de los demás
vendedores Antes eras un pendejo con
suerte -le dijeron- , ahorita nomás te queda lo pendejo…
… Por un tiempo ya ni nos hacía la parada. Se dedico a
vender bonice desde el crucero de Avenida Palmas y Sendero. Ahí lo veía y en cada vuelta lo saludaba y le
rayaba la madre con el claxon. Cuando me tocaba el turno de la noche, me lo
llevaba cuando iba para su casa. Siempre fue un orgasmo platicar con ese wey.
Me insistía en que le explicara sobre el funcionamiento de las barras, en el
porqué y cómo del sistema, hasta que se le prendió el foco y halló una
solución, una debilidad en el proceso de marcación…
… A mi ya se me había ocurrido pero no quise decir nada.
No era pedo mío. El truco estaba en que a nosotros nos peleaban los registrados
en la barra de la entrada, no en la de la salida. Los choferes nos subíamos por
la parte de atrás para evitar marcaciones, y si no cuadraban los números de las
dos barras, sacábamos la excusa de que la gente se amontonaba a la salida, o
bien, habíamos sido nosotros que bajábamos cada vuelta cuando llegábamos a la
ruta…
…Me había acostumbrado a renegar tanto de él, que hasta
lo extrañé cuando no lo dejaron subirse. Pero luego volvió a aparecer. Cuando
el camión se detenía, el se agarraba echo madre corriendo y se subía por la
parte de atrás. Tuvo un segundo aire…
… Lo sabía. Ya le había dicho que algo se le ocurriría,
pero justo cuando las cosas mejoraron apareció el segundo problema: había
llegado el tiempo de frío…
… Este tipo de trabajo es temporal. El apogeo viene en
pleno verano pero en otoño e invierno el business se muere. Todos los
trabajadores lo entendieron, pero él seguía renuente y no sé cómo le hacía pero
seguía vendiendo, ya no a lo bestia como antes, pero por lo menos el promedio
de lo que vendía cualquier otro en un día de verano…
… Y empezó la cuenta regresiva. Conforme íbamos entrando
más a noviembre, el frío se iba acentuando y ya no vendía nada. Regresaba a
casa cargado con todos los bonice que le habían sobrado. Poco a poco fueron
dejando de producir los sabalitos esos y la empresa cambió de giro. Ahora le daban chocolates para vender
y eso ya no le gustó. Estuvo un tiempo trabajando de mala gana, hasta que se
hartó como lo hizo en el pasado con su papá y renunció. Ahí se deprimió. El
lapso que duró sin empleo, trató de reincorporarse de nuevo a la familia pero
no se adaptaba. Era otro: menos paciente, más distraído, inquieto; andaba por
la casa como león enjaulado. Nos había cambiado por el pinche trabajillo ese
que ya hasta nos veía como ha desconocidos. Descuido a los niños, me descuidó a
mí, y aunque trató de ponerse al corriente y de estar al pendiente de nosotros,
ya no volvió a hallarse con ninguno. Se la pasaba encerrado en nuestro cuarto,
haciendo sabe qué cosas y sólo salía para ir al baño o ir a la cocina por un
vaso de leche…
…Sólo pasa en Monterrey. El clima de aquí esta bien raro,
creo que nuestra ciudad es una de las pocas en donde las condiciones
ambientales cambian drásticamente, y se van a los extremos en cuestión de
horas. Quién se hubiera imaginado que íbamos a recibir el año nuevo en manga
corta, sudando la gota gorda. Pero así pasó, estuvimos una semana con las temperaturas
casi a los treinta grados, y aunque en el prónostico del tiempo daban razones
del porqué el fenómeno climático, todos sabíamos que era una de las tantas
peculiaridades de nuestra ciudad. La más notoria es que basta con que llueva
poco, con una meada para que se inunde todo Monterrey…
…Yo le dije que no era normal, que ese calor no podía ser
bueno. Él lo entendió mal, pensaba que era un señal para salir a vender, como
un segundo tiempo, un tercer aire, una nueva oportunidad. Me acuerdo que se
puso su trajesito y, mientras acomodaba en la hielera algunos bonice que aún
quedaban en el congelador, le pregunté que a donde iba
-A chambear, ya me canse de estar de huevón.
-Pero Beto porque no dejas por la paz eso de los bonice.
Es temporada de frío, este calor es engañoso, nadie los va a comprar.
-Es invierno si, pero el calor dice otra cosa y tengo que
aprovecharlo. Al rato regreso chaparra, cuidame a mis hijos.
-Pero a qué hora regresas.
-Hasta que los venda todos, a lo mejor en la tarde, sino
ps hasta la noche.
Se colgó la hielerita, se puso la gorra, se dio la media
vuelta y salió de la casa. Nunca nadie lo volvió a ver.
…Escuché que se fue pal gabacho, allá con su hermano, no
me acuerdo como dijo que se llamaba…
… Al Bonaizer lo mataron. O bueno eso dicen, que disque
lo quisieron asaltar y que, como no se dejó lo acuchillaron…
… El primo del cuñado del vecino de mi amigo me contó que
el Bonaizer ganó un concurso de caballitos de tequila, y que antes de llegar a
su casa le dio una congestión alcohólica y se murió…
…Yo supe que abandonó a su mujer y a sus hijos y se fue
con una golfa. Tan caballeroso que se veía y al final resultó ser igual o peor
de cabrón que todos…
… Dicen que lo vieron irse con los del circo ese famoso
que vino a Monterrey por aquellas fechas. Era lo suyo, bien por el…
El BonIcer era uno de esos personajes urbanos que
formaban parte del paisaje rutinario de la colonia. Poeta de la vida, tenía la
magia de restarle importancia a los problemas personales, dividir las
desgracias de la situación en que vivimos, sumar risas colectivas y multiplicar
la esperanza mediante el contagio. Fácil fue encariñarse de él, triste es
hacerse a la idea de que no lo volveremos a ver. Quizá ande perdido, improvisando nuevas rutas de venta, en otra
ciudad, estado o país, o en cielos más azules que este. A quienes se nos metió hasta
por debajo del pellejo, nos quedamos con sus inolvidables canciones sin sentido y sus frases llenas de
un humor improvisado y encarnado, esas palmaditas en los hombros que
significaban un “no te des por vencido”, un “ponle huevos cabrón, no mames lo
tienes todo para cambiar tu destino, porqué no lo haces”. Que dios lo tenga en
su santa gloria o que algún día encuentre el camino de regreso a su casa.
…Yo creo que simplemente se lo trago la tierra.