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viernes, 2 de junio de 2017

El BonIcer - Parte 2 de 2

Esta es la segunda parte de la historia del BonIcer. La primera está en un post anterior llamado El BonIcer - Parte 1 de 2

…a nosotros ni nos avisaron. Un día llegamos a la ruta y nos mandaron llamar. Había mucho movimiento, gente desconocida andaba pa rriba y pa bajo en las unidades. Nos dijeron que acababan de instalar barras eléctricas en las puertas de la entrada y salida del camión, con el fin de llevar un mejor control del pasaje. Cualquier persona mayor a un metro con veinte centímetros iba a quedar registrada, y que a la hora de finalizar el turno, el número que se había quedado en las barras tenía que coincidir con el de los boletos, de lo contrario se nos cobraría lo que faltara…

…Si me acuerdo. Pusieron unas barras en las puertas que según esto para tener más checaditos a los choferes de que no se robaran lana. Eso fue y sigue siendo muy incómodo para los que nos subimos al camión. A fuerza tienes que bajarte por atrás para evitar doble marcación, y si va lleno es imposible abrirte paso por entre toda la gente. Con esas cosas ya no dejaban subirse al Bonaizer de ha gratis…

…No era por ser mala onda ni nada, pero ya con las barras le pensaba para subirlo. Al principio me valió madre y le daba chance, pero se pusieron tan mamones y tan estrictos halla en la ruta con eso de las marcaciones, que nos hacían pagar los faltantes o nos suspendían varios días. Me daba pena aceptarle la lana, no podía subirlo y dejar que pagará el pasaje con tal de vender sus bonice ahí en el camión. Así que lo que hice fue mejor ignorarlo, voltear hacia otro lado cuando me hacía la parada…

...Ese fue el primer problema que tuvo. Ya con las barras no lo dejaban subirse a los camiones y tuvo que regresar a vender en la calle. Las ventas bajaron y eso empezó a notársele en su estado de ánimo. A diario llegaba triste, deshecho y resignado, y aunque solito se animaba, yo lo consolaba diciéndole que así había sido al principio, que ya se le ocurriría algo. Fue un duro golpe que soportó y del cual supo reponerse, pero que ya anunciaba algo que era inevitable…    
     
…Se llevaba la mitad de lo que antes pedía, a veces ni eso. Seguía ganando el bono de mayor venta pero ahora la competencia estaba reñida. Una vez se lo ganaron, y ya te imaginarás la burla de los demás vendedores Antes eras un pendejo con suerte -le dijeron- , ahorita nomás te queda lo pendejo

… Por un tiempo ya ni nos hacía la parada. Se dedico a vender bonice desde el crucero de Avenida Palmas y Sendero. Ahí  lo veía y en cada vuelta lo saludaba y le rayaba la madre con el claxon. Cuando me tocaba el turno de la noche, me lo llevaba cuando iba para su casa. Siempre fue un orgasmo platicar con ese wey. Me insistía en que le explicara sobre el funcionamiento de las barras, en el porqué y cómo del sistema, hasta que se le prendió el foco y halló una solución, una debilidad en el proceso de marcación…

… A mi ya se me había ocurrido pero no quise decir nada. No era pedo mío. El truco estaba en que a nosotros nos peleaban los registrados en la barra de la entrada, no en la de la salida. Los choferes nos subíamos por la parte de atrás para evitar marcaciones, y si no cuadraban los números de las dos barras, sacábamos la excusa de que la gente se amontonaba a la salida, o bien, habíamos sido nosotros que bajábamos cada vuelta cuando llegábamos a la ruta…

…Me había acostumbrado a renegar tanto de él, que hasta lo extrañé cuando no lo dejaron subirse. Pero luego volvió a aparecer. Cuando el camión se detenía, el se agarraba echo madre corriendo y se subía por la parte de atrás. Tuvo un segundo aire…

… Lo sabía. Ya le había dicho que algo se le ocurriría, pero justo cuando las cosas mejoraron apareció el segundo problema: había llegado el tiempo de frío…

… Este tipo de trabajo es temporal. El apogeo viene en pleno verano pero en otoño e invierno el business se muere. Todos los trabajadores lo entendieron, pero él seguía renuente y no sé cómo le hacía pero seguía vendiendo, ya no a lo bestia como antes, pero por lo menos el promedio de lo que vendía cualquier otro en un día de verano…

… Y empezó la cuenta regresiva. Conforme íbamos entrando más a noviembre, el frío se iba acentuando y ya no vendía nada. Regresaba a casa cargado con todos los bonice que le habían sobrado. Poco a poco fueron dejando de producir los sabalitos esos y la empresa cambió  de giro. Ahora le daban chocolates para vender y eso ya no le gustó. Estuvo un tiempo trabajando de mala gana, hasta que se hartó como lo hizo en el pasado con su papá y renunció. Ahí se deprimió. El lapso que duró sin empleo, trató de reincorporarse de nuevo a la familia pero no se adaptaba. Era otro: menos paciente, más distraído, inquieto; andaba por la casa como león enjaulado. Nos había cambiado por el pinche trabajillo ese que ya hasta nos veía como ha desconocidos. Descuido a los niños, me descuidó a mí, y aunque trató de ponerse al corriente y de estar al pendiente de nosotros, ya no volvió a hallarse con ninguno. Se la pasaba encerrado en nuestro cuarto, haciendo sabe qué cosas y sólo salía para ir al baño o ir a la cocina por un vaso de leche…

…Sólo pasa en Monterrey. El clima de aquí esta bien raro, creo que nuestra ciudad es una de las pocas en donde las condiciones ambientales cambian drásticamente, y se van a los extremos en cuestión de horas. Quién se hubiera imaginado que íbamos a recibir el año nuevo en manga corta, sudando la gota gorda. Pero así pasó, estuvimos una semana con las temperaturas casi a los treinta grados, y aunque en el prónostico del tiempo daban razones del porqué el fenómeno climático, todos sabíamos que era una de las tantas peculiaridades de nuestra ciudad. La más notoria es que basta con que llueva poco, con una meada para que se inunde todo Monterrey…

…Yo le dije que no era normal, que ese calor no podía ser bueno. Él lo entendió mal, pensaba que era un señal para salir a vender, como un segundo tiempo, un tercer aire, una nueva oportunidad. Me acuerdo que se puso su trajesito y, mientras acomodaba en la hielera algunos bonice que aún quedaban en el congelador, le pregunté que a donde iba
-A chambear, ya me canse de estar de huevón.
-Pero Beto porque no dejas por la paz eso de los bonice. Es temporada de frío, este calor es engañoso, nadie los va a comprar.
-Es invierno si, pero el calor dice otra cosa y tengo que aprovecharlo. Al rato regreso chaparra, cuidame a mis hijos.
-Pero a qué hora regresas.
-Hasta que los venda todos, a lo mejor en la tarde, sino ps hasta la noche.
Se colgó la hielerita, se puso la gorra, se dio la media vuelta y salió de la casa. Nunca nadie lo volvió a ver.

…Escuché que se fue pal gabacho, allá con su hermano, no me acuerdo como dijo que se llamaba…

… Al Bonaizer lo mataron. O bueno eso dicen, que disque lo quisieron asaltar y que, como no se dejó lo acuchillaron…

… El primo del cuñado del vecino de mi amigo me contó que el Bonaizer ganó un concurso de caballitos de tequila, y que antes de llegar a su casa le dio una congestión alcohólica y se murió…

…Yo supe que abandonó a su mujer y a sus hijos y se fue con una golfa. Tan caballeroso que se veía y al final resultó ser igual o peor de cabrón que todos…

… Dicen que lo vieron irse con los del circo ese famoso que vino a Monterrey por aquellas fechas. Era lo suyo, bien por el…

El BonIcer era uno de esos personajes urbanos que formaban parte del paisaje rutinario de la colonia. Poeta de la vida, tenía la magia de restarle importancia a los problemas personales, dividir las desgracias de la situación en que vivimos, sumar risas colectivas y multiplicar la esperanza mediante el contagio. Fácil fue encariñarse de él, triste es hacerse a la idea de que no lo volveremos a ver. Quizá ande perdido,  improvisando nuevas rutas de venta, en otra ciudad, estado o país, o en cielos más azules que este. A quienes se nos metió hasta por debajo del pellejo, nos quedamos con sus inolvidables  canciones sin sentido y sus frases llenas de un humor improvisado y encarnado, esas palmaditas en los hombros que significaban un “no te des por vencido”, un “ponle huevos cabrón, no mames lo tienes todo para cambiar tu destino, porqué no lo haces”. Que dios lo tenga en su santa gloria o que algún día encuentre el camino de regreso a su casa.


…Yo creo que simplemente se lo trago la tierra.

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