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martes, 3 de enero de 2017

Las claves para ser un Fuera de Serie

Recientemente he descubierto que diez mil es el número mágico que separa a la gente normal del resto, la diferencia entre un pianista aficionado y otro que es concertista de la Orquesta Filarmónica de Viena. Según Malcolm Gladwell, se requiere de esa cantidad de tiempo de PRÁCTICA para dominar con maestría una disciplina, y si lo que quieres es ganarte un buen lugar en la historia o transformar al mundo necesitas de otros dos factores adicionales: la OPORTUNIDAD y la HERENCIA.

Para los que confunden al amor con la rutina y a la pasión con la locura, seguramente no hallarán la diferencia entre la suerte y la oportunidad. Siempre he creído que todos tenemos al menos una chance en el trascurso de la vida para dar un vuelco al rumbo de nuestro barco, pero no todos logramos identificarla o quiénes lo hacen no la aprovechan del todo y ven en cámara lenta como se pasa de largo. Este tipo de oportunidades y las que ofrece la historia de vez en cuando a algunos individuos que están en el lugar y momento adecuado, son las que se deben de aprovechar sin dudar. Gladwell nos dice que para ser un multimillonario industrial como Rockefeller o Carnegie necesitabas haber nacido en la década de 1830 y de esa forma acudir puntual y bien preparado a la cita con la mayor transformación económica que se daría entre 1860 y 1870; o bien, para ser un riquillo del software tuviste que haber llegado a Silicon Valley en 1975 con veinte o veinticinco años, no tan “maduro” como para buscar un empleo estable en una empresa ya consolidada, pero tampoco tan joven como para adolecer de la experiencia necesaria y tener que interrumpir la revolución informática para asistir a la clase de Programación II. La oportunidad a la que se refiere no sólo puede estar basada en momentos clave o años, sino en los meses de nacimiento. Aquellos niños que nacen más cerca del inicio del periodo de corte de la escuela o cualquier deporte o disciplina, tienen una ventaja sobre el resto porque en aquella etapa tan primaria de la vida, los meses de diferencia son decisivos para su desarrollo físico y mental. Dicho con otras palabras, quién nace en el día uno del mes primero de ese periodo, va once meses y treinta días adelante de los que nacieron el último día permitido en la convocatoria: un mundo de diferencia a esa escala que se irá acentuando conforme el “Sistema” los ponga a competir y separe a los más “aptos”, “capaces” e “inteligentes” de los “rezagados”, “lentos” o “sin vocación”.

El tercer factor es la HERENCIA, pero no la que nos deja un pariente rico como en las películas o la que tiene que ver con la calvicie del padre o la nariz de la madre, sino del tipo de herencia cultural y formativa que nos es inculcada por nuestros padres. Puedes tener la práctica y aprovechar la “gran oportunidad” de tu vida pero si no tienes las herramientas para abrirte paso en el mundo no llegarás muy lejos. La inteligencia práctica –que es como se le conoce- está conformada por las habilidades sociales, capacidades de negociación y comportamiento de cada individuo y están fuertemente ligadas al tipo de educación que recibiste. ¿Te da pena preguntar algo? ¿Crees que mereces respeto y tu opinión es valiosa? ¿Puedes manipular las situaciones a tus deseos? ¿Cuál es tu reacción ante situaciones límite? ¿Qué dicta tu cultura sobre tus creencias y costumbres? Si la inteligencia analítica está asociada con el coeficiente intelectual de cada persona, la inteligencia práctica se construye en casa y en la sociedad a la que perteneces y va desarrollándose conforme se van enfrentando situaciones cotidianas, y es mediante estos aprendizajes, consejos y medidas implementadas por mamá o papá que se moldea el carácter que definirá nuestra forma de actuar en los siguientes años.

Resumiéndolo un poco, necesitas tener práctica (unas diez mil horas), aprovechar las oportunidades históricas (algunas irrepetibles) y haber desarrollado una poderosa inteligencia práctica que te lleve a conseguir lo que quieres para convertirte en un “fuera de serie”.

Cuando supe todo esto, tres preguntas repiquetearon en mi cabeza: ¿En qué puedo tener diez mil horas de práctica? ¿Estoy ante una oportunidad histórica? ¿La herencia de mis padres fue suficiente? Las respuestas me llegaron casi en automático pero me resistí a aceptarlas. Sin darme por vencido, escarbé profundo hasta que hallé la cuadratura del círculo y descubrí emocionado que debía de tener –a mi edad- más de sesenta mil horas en dormir. La cuestión es que en la época en la que vivo, el sueño no es un producto o servicio que pueda ser comercializado, y nadie –al menos que yo conozca- tiene tanta inteligencia práctica como para levantar un imperio multimillonario multinacional por el simple hecho de pasar horas y horas durmiendo. Tal vez la historia me ha jugado una mala pasada situándome en un punto en donde la habilidad en la que soy experto no es muy rentable. Tampoco es que me preocupe mucho esto, pero por si acaso, seguiré depurando mi técnica en el bello arte del buen dormir y trabajando mi inteligencia práctica hasta que llegue la “gran oportunidad”.

Bonus: En el libro Outliers (Fueras de Serie) de Malcolm Gladwell, se explica por qué Mozart, Bill Joy, Bill Gates, Robert Oppenheimer, The Beatles y Joe Flom son unos fueras de serie y desmorona algunos mitos sobre los genios, el talento innato y el éxito. También aclara el poderío económico de las generaciones judías y de porqué los orientales son más aptos para las matemáticas y dedicados al trabajo.

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