En más de una ocasión he visto cómo la poesía abre puertas en nuestro
interior que ni siquiera sabíamos que existían o que no recordábamos que
estaban ahí; y lo que sale de ellas nos produce alegría, tristeza, dolor, amor,
nostalgia o empatía. He recopilado algunos momentos de esos a partir de la idea original que se coló por redes sociales, pero en lugar de dedicarme a copiarla, la personalicé y aumenté
(en algunos casos exageré). Aquí una muestra de
los que están relacionados con las épocas navideñas:
“…Estaba recorriendo la feria del juguete de Navidad cuando un enanito con ropas verdes me jaló de la camisa y me preguntó que si ya me había tomado la foto con los duendecillos de "Santacloz". Lo miré a los ojos. Él me devolvió la mirada y en aquel silencio desolador descubrimos juntos que habíamos fracasado rotundamente en la vida. Lo cargué y me lo llevé sobre mis hombros por todo el lugar y mientras trataba de alcanzar la velocidad en la que todos los sueños rotos se evaporan, él me decía llorando que corriera más rápido, mas, mucho más, como si nada importara y no hubiera mañana, y tal vez tenía razón. Todo fue muy jodidamente navideño…”
“…Un Santa Claus en el Liverpool de Galerías me preguntó qué era lo que
quería de Navidad. Me senté en su regazo y le agradecí el regalo adelantado que
me había hecho al ponerte en mi camino y le conté sobre cómo habías llegado a
mi vida pateando puertas, azotando ventanas y ahuyentando demonios internos
como si toda TÚ fueras un relámpago que iluminara mis noches de soledad y de
tristeza. Mamá Claus empezó a llorar y los duendecillos se pusieron a brincar
mientras que los renos comenzaron a aparearse: fue hermoso…”
“…Ayer fui a buscar un
pino de Navidad y me estacioné 5 minutos en un lugar prohibido. Realizada mi
compra, regresé a mi carro y un policía ya me estaba esperando. Me preguntó que
si me creía muy "verguitas" y le contesté que sí, que desde que estoy
contigo me siento inmortal, que tu mano sujetando a la mía es lo único que
necesito para salir de cualquier laberinto y me da la seguridad para cruzar la
zona más cabrona de Afganistán como si fuera un campo de malvaviscos. El
policía rompió la infracción, me ayudó a subir al carro y me escoltó con las
sirenas prendidas hasta mi casa: fue hermoso…”
“…En el salón de la posada navideña del
trabajo, había una cajita que decía "Quejas y Sugerencias" y con
papel y lápiz en mano me quejé que era injusto que no tuviéramos una
representación visual acertada sobre el concepto "amor", y como
sugerencia a esa imagen te dibujé sin perder detalle alguno de las latitudes de
tu hermosa geografía. Dos días después, el Gerente pidió hablar conmigo y una
vez a solas me platicó una historia bastante triste sobre cómo había buscado,
encontrado y perdido al amor de su vida. Después nos abrazamos y comenzamos a
llorar: fue hermoso…”
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