En el fútbol actual, pocas cosas provocan
más morbo que ver a Guardiola enfrentando a Messi o a Mourinho. Tanto los
admiradores del técnico español como sus más feroces detractores, están al
pendiente de estos juegos para seguir alabándolo o reventándolo en su era “Post
Barça”. Los que lo defienden, no sólo creen que es el mejor técnico de todos
los tiempos y que revolucionó el mundo del fútbol, sino que también ayudó a
Messi a encontrar la posición que lo consolidaría como el mejor futbolista del
mundo. Los que no están de acuerdo con esto, tratan de minimizarlo argumentando
que Pep tuvo la fortuna de dirigir al mejor equipo de todos los tiempos y que mover
al argentino fue algo obvio que ya muchos se habían atrevido a decir pero que
al le tocó hacer porque era el técnico en turno. Lo que es un hecho
indiscutible, es que aquel Barcelona con Guardiola y Messi logró el “sextete” del 2009, hazaña que parecía imposible y que nadie
más ha podido alcanzar hasta ahora.
Tras la salida del equipo culé y
luego de un periodo sabático que duró casi cinco años, Guardiola regresó al
banquillo como timonel de un Bayer Munich que acababa de ganar un triplete en
esa temporada (Champions League, Bundesliga y Copa de Alemania) con Jupp
Heynckes. Sus seguidores creyeron que el mundo estaba por presenciar otro
sextete y que serían testigos de un súper equipo teutón que destrozaría a todos
sus rivales. Pero no fue así. Tres temporadas después y tras cientos de
millones de euros invertidos para reforzar hasta la banca, había batido records
de toda clase pero no consiguió llegar a otra final de la Champions League e
incluso fue goleado y humillado en sus duelos de semifinal cuando enfrentó al
Barcelona y al Real Madrid. Sus números eran contundentes, pero para sus
detractores, la única razón por la que no levantaba otra Orejona era que ya no
tenía a Messi para que le resolviera sus carencias y le hiciera la tarea. En su
estadía por Alemania, algo parecía no ir bien a nivel extra cancha. En más de
una rueda de prensa respondía a las preguntas venenosas con recriminaciones a
sus propios jugadores y hacía comparativas muy poco atinadas si lo que se
quiere es mantener un ambiente sano en el vestuario. De tanto en tanto se
filtraban comentarios y descontentos de sus jugadores hacia él y la crítica constante
y paternal de Beckenbauer desaprobaba su estilo de juego. Meses antes de que
terminara su contrato con el Bayern Munich, era más que obvio que no renovaría,
y decidió cambiar de aires para iniciar una aventura en la Premier League como
técnico del Manchester City.
Ahora que está de nuevo en la
misma liga que Mourinho, el aficionado de antes insiste en encender la vieja
rivalidad con el técnico luso en el torneo y copa local y conformarse con
esperar a la Champions League para ver los duelos ante Messi. El primer
enfrentamiento con el argentino, tuvo lugar el 19 de octubre del 2016 en el
tercer juego de la fase de grupos. Aquella noche, Pep quiso ganarle al
Barcelona jugando como el Barcelona pero se llevó una sorpresa y el partido
terminó con un 4 a 0 en contra que debió de haberle provocado pesadillas. La
prensa se le fue encima, más de un fanático vitalicio se pasó al bando de los
detractores y en la opinión general se auguraba que en el siguiente partido
contra el Barcelona –a dos semanas de distancia- la historia se repetiría; pero
a muchos se les olvidó que en el fútbol también hay revanchas.
El 1 de noviembre del 2016 –a dos
días de escribir esto- el duelo entre el Manchester City y el Barcelona fue el partido
más atractivo de la fase de grupos de la Champions League, no sólo por el
poderío individual y comercial de cada escuadra sino por el morbo de ver caer a
Guardiola una vez más ante el equipo y el jugador con el que lo había ganado
todo. Las cosas empezaron mal para los Citizens, y Messi se encargó de abrir el
marcador como un deja vu del capítulo anterior. Pero lo que pasó a continuación
fue nuevo. Contrario al estilo de juego que caracteriza a los equipos del
técnico español, el Manchester City renunció a la posesión del balón, tiró a la
basura eso del tiki-taka y se dedicó a lanzar latigazos y a esperar errores de
la zaga blaugrana. Al final todo le funcionó y con un 3 a 1 venció a su verdugo
personal y le alcanzó para mandar un mensaje esperanzador a sus más fieles seguidores
de que una tercera Champions League es factible y que será el acto que dejará
sin armas a sus detractores, la hazaña que lo legitimará como técnico sin
Messi aunque en esto de convencer a todos nunca se sabe.
Bonus: Messi le ha hecho seis
goles a los equipos de Guardiola en las cuatro ocasiones en que se han
enfrentado. Pep sólo le ha ganado una vez al Barcelona.
Posdata: Luego del triunfo del
Manchester City, la noticia principal fue que Guardiola traicionó su propia filosofía y estilo de juego. El tema de la venganza momentánea o la proeza de desarmar al Barcelona quedaron
en segundo plano.
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